Yo te miro. Tú miras el lugar. El calor. Las aguas lisas del rio. El verano. y luego miras más allá. Con las manos juntas bajo el mentón, muy blancas, muy bellas, miras sin ver. Sin moverte en absoluto, me preguntas qué pasa. Yo digo, como de costumbre que no pasa nada. Que te miro.
Primero no te mueves en absoluto, y después, desde donde estoy, veo una sonrisa en tus ojos.
Dices: - Te gusta este lugar, algún día figurara en un libro, la plaza, el calor, el río.
Yo no contesto a lo que dices. No lo sé. Te digo que no lo sé por anticipado, que al contrario, raramente lo sé.